Si
vas a Holanda (viaje belgica y holanda), desde luego tienes que visitar Ámsterdam, aunque no es de mis
ciudades europeas favoritas, pero para gustos los colores y hay a muchísima
gente que le parece una ciudad espectacular.
A mí
no me gusta ya que siempre hay mucha gente, es difícil moverse de lado a lado
excepto que vayas andando, tienes que ir siempre viendo si puedes hacer fotos o
no, hay mucho borracho por la calle tanto que hasta instalaron unos meaderos al
lado d los canales ya que la gente meaba en ellos y muchos terminaban dándose
un bañito, etc. Aun así, la arquitectura de la región es indiscutible y muy
bonita, impresionándote los canales, las casas torcidas, etc.
Fue fundada en el siglo XII como un pequeño puerto
pesquero. Empezamos comiendo unas
maravillosas patatas con mayonesa,
tipiquisimo de Ámsterdam y encuentras muchos puestos muy buenos según vas
bajando desde la estación central a la plaza principal de la ciudad. Incluso a
las 9 de la mañana entran genial al estar calentitas y con el toque justo de
sabor. Tras eso fuimos bajando hasta el Rijksmuseum pasando por todo el centro histórico que fue construido en el
siglo XVII, época donde se construyeron una serie de canales semicirculares
alrededor del casco antiguo y existente de la ciudad. Después fueron edificando
nuevas calles y almacenes de estilo neerlandés. Durante casi toda su historia,
excepto del 1808 al 1810, ha sido capital oficial de los Países Bajos, aunque
nunca ha sido sede de la justicia, el gobierno o el parlamento neerlandés, ya
que todos los órganos se encuentran en La Haya. El siglo XVII fue el Siglo de
Oro de Ámsterdam, ya que a su puerto llegaban embarcaciones hacia el mar
Báltico, Norteamérica, África, Indonesia y Brasil.
Por
el camino pasamos por la plaza Dam,
de la que partiríamos al día siguiente en una excursión que contratamos, por el
barrio rojo que se llama así por el
color de las luces que iluminan los locales donde se exhiben las prostitutas,
los coffee shop donde se venden pequeñas cantidades de marihuana (hasta 5
gramos diarios por persona), el mercado
de flores que es un mercado situado en pequeñas barcas donde hay floristerías
y suvenires de Holanda.
Mientras
que recorríamos el barrio rojo vimos la Old
Church que es una iglesia protestante. Si tienen un gallo arriba
significa que es católica. Si es una corona es que los reyes hicieron algo en
la iglesia. En esta plaza redonda casi todas las tiendas son también
prostíbulos, lo que es muy chocante al ver la iglesia que domina todo.
Ámsterdam
es muy famosa por la enorme cantidad de bicicletas que la recorren,
teniendo una vía especial para bicis en casi todas las calles. Hay 750000
habitantes y más de 7 millones de bicicletas¡¡ Cada año alrededor de 80000 son
robadas y 25000 acaban en los canales de la ciudad. Si sólo vas a visitar
Ámsterdam en tu visita a Holanda, alquila una bicicleta aquí ya que es un sitio
fácil para moverse con ella por no haber cuestas y hacerlo muchísima gente.
Nosotros preferimos alquilarla en Giethoorn para ir más tranquilos con las
bicis
Así
andando llegamos al Rijksmuseum,
que posee la más famosa colección de pinturas del siglo de Oro holandés, así
como una rica colección de arte asiático y egipcio. Nosotros no somos de
museos, pero nos habían dicho que era como ir a Madrid y no ver el Prado, así
que hicimos la visita y cabe decir que no estuvo mal, aunque eso sí, estuvimos
sólo hora y media. Destacan obras como el Tríptico del becerro de oro de Lucas
Van Leyden, o La lechera de Vermeer, La Ronda de noche de Rembrandt, el cuadro
de la casita de muñecas con la réplica exacta al lado. Justo a la salida se
ubican las famosas letras de “I amsterdam” que se ha convertido en el slogan de
la ciudad y donde los más intrépidos trepan a hacerse la foto más original que
puedan, aunque nosotros no pudimos hacer ninguna ya que había muchisimmaaaaa gente…
Para
terminar el día fuimos al barrio De
Pijp, famoso por la Heineken
Experience que es la fábrica más antigua de la marca convertida en museo.
También es un barrio bohemio donde hay muchísimas cafeterías y bares muy
cuidados y con decoraciones alternativas. Así nos encaminamos al mercado
Albert Cuyp que tiene un kilómetro de largo con más de 300 puestos de lo
más variopinto, porque igual te venden ropa, medias, suvenires, quesos, algo
original y raro a la vez.
Al
día siguiente volvimos prontito a Ámsterdam ya que teníamos reservado la visita a la Casa de Anna Frank. Si
vais, reservar sin duda por internet ya que las colas son siempre kilométricas
para comprar las entradas ahí mismo. Tener en cuenta que es un sitio estrecho,
donde vas entrando en grupitos de 15-20 personas, así que se puede hacer muy
larga la espera. Dentro, el recorrido típico holandés, para nosotros sin toda
la chicha que podrían ponerle, teniendo en cuenta la gran carga emocional e
histórica que tiene el lugar, pero bueno, es Holanda. Por dentro están las
cortinas negras como cuando lo sufrieron los judíos, pasas por detrás de la
estantería que ocultaba el piso superior donde estaba oculta Anna y su familia,
y te enteras de muchos detalles de la historia judía.
Para
llegar a la casa vas dando un paseo por
el barrio Jordaan que es uno de los más famosos y característicos
de Holanda, ya que está lleno de canales y en muchos hay barcos viviendas
amarrados a sus orillas. Hay grandes casas, puentes, canales, así que merece la
pena perderse dando vueltas sin sentido.
Después
fuimos a la Plaza Dam, de donde
partía nuestra excursión con la que aprendimos muchísimo de la cultura
holandesa y de la ciudad. Empezamos viendo la Plaza Dam, donde originariamente
tenía lugar el mercado de animales de la ciudad. Es del siglo XIII y debe su
nombre a que cuando se creó, se construyó una presa alrededor del rio Amstel
para evitar que el mar Zuiderzee inundase la ciudad. Su nombre significa
“dique”. Siempre hay algo en esta plaza. En esta ocasión estaban celebrando un
campeonato de voleibol playa. En Ámsterdam no hay muchas plazas ya que el
espacio es muy caro y solicitado, así que en todas hay edificios importantes.
En esta primera destaca el Palacio real, que no es donde viven y sólo se
usa para recepciones reales. Costó un dineral ya que trajeron la piedra de
Alemania. No tiene escaleras porque querían dar la sensación de que cualquier
podía entrar y no querían poner obstáculos. Era el antiguo ayuntamiento.
Antiguamente
en la plaza sólo había un edificio que es donde en el 2014 había un H&M, y
el hermano de Napoleón decidió derruirlo porque no tenía buenas vistas desde el
palacio. Más tarde lo volvieron a construir y dio la casualidad de que albergó
a nazis durante la ocupación junto con el edificio que está al lado del Madame
Tussaud. En dicho museo se ven las tres cruces de San Andrés, características
del escudo de Ámsterdam, que representan las tres catástrofes que superó la
ciudad: fuego (por eso se prohibió construir con madera), inundaciones
(actualmente controladas con presas y diques) y peste.
En la
misma plaza se ve la Nieuwe Kerk, la iglesia nueva, que hoy en día no
tiene culto y que fueron haciendo a trozos y que aprovechamos para ver por
dentro mientras que venía la pareja con la que fuimos en la excursión. Tiene un
reloj de sol que fue el reloj oficial de Holanda durante muchos años.
Del
lado opuesto de la plaza nos encaminamos para ir hacia el barrio rojo, pasando por la estatua que está allí en honor a los caídos
en la Segunda Guerra Mundial.
Después
fuimos por la primera calle que construyeron en Holanda donde está la más
antigua cordonería del mundo, y de allí fuimos a la calle más estrecha de
Ámsterdam por donde aterrizas en pleno barrio rojo y al lado del coffee shop
más antiguo de la ciudad. En él puedes elegir calidad que quieras y vale como 8
euros 1 gramo.
Andando
un poco volvimos a pasar por la Old Church que vimos el día anterior y como
curiosidad muy cerca esta una casa que tiene una iglesia en su ático. Sólo
quedan dos en la ciudad y era de cuando no se podía decir qué religión
profesabas y así la gente iba a misa sin que se supiera que eran católicos. No
subimos porque cuesta la friolera de 13 euros y el guía nos dijo que no merecía
la pena. Por el camino también se pueden ver varios meaderos para chicos
directamente en la calle, al borde de los canales y fácilmente identificables
por el “grato” olor que notareis…En la ciudad hay cuatro esclusas para ir
renovando el agua y que no esté estancada. Incluso aún queda alguna casa que
sólo tiene acceso por barco en lugar de aceras.
Después
fuimos al barrio chino, que no
lo conocí en mi anterior viaje y que era interesante. Es uno de los más
antiguos barrios chinos de Europa. Antes era una zona malísima pero comenzaron
a reformarla, a invertir muchísimo dinero y se ha quedado como uno de los
barrios más chulos que visitar. Las calles tienen los nombres en chino y en
holandés :)
Aparte
de eso como curiosidad en este barrio hay una tienda donde todos los días van
dos prostitutas que cuentan su historia y venden su libro. Cuentan la
experiencia que han tenido desde los 17 años hasta los 60, donde han estado
ejerciendo continuamente. Cuentan cómo había cliente fijos, otros que solo
hablaban, cómo ha variado la seguridad en estos años, como que si no quieren se
bloquea a un cliente, el botón que tienen dentro para llamar a la policía por
si hay problemas, etc. Según nos comentó el guía son 50 euros por 20 minutos.
También
se puede ver el templo He Hua, que es el más grande de Europa. Es un
templo budista creado por Greven y fue inaugurado en el 2000 por la Reina
Beatriz de Holanda. Este hecho fue muy importante para el budismo a nivel
mundial ya que la reina Beatriz fue el primer jefe de estado en apoyar
públicamente esta religión.
El
barrio termina en la plaza Nieuwmarkue que se construyó en 1614 y se
utilizó como mercado. En esta plaza esta De Waag, que fue construido en 1488 y
era la puerta de entrada a la ciudad. En este momento es un café, pero en el
siglo XVII fue la vivienda de una familia acaudalada, luego fue sede de gremios
que entraban por cada una de las cinco puertas, incluso ha sido Museo judío.
Después
fuimos al barrio judío, que
está todo reconstruido ya que sufrió muchísimo durante los bombardeos de la
Segunda Guerra Mundial de forma que sólo queda una sinagoga de las cinco que
existían antiguamente. Una vez que acabo la guerra, el estado ayudo en la
reconstrucción, por eso se ven muchas viviendas modernas. Lo más característico
del barrio es la casa de Rembrandt, con sus ventanas rojas y verdes.
Para
cerrar nuestra visita hicimos un paseo
por los canales de hora y media (lo cogimos junto con la excursión ya
que hacían rebajad e precio). Es interesante porque ves las casas barco, el
canal grande que bordea la ciudad, etc.
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