En el Palacio Puskin de San Petersburgo, Rusia (crucero fluvial), se
observa una sala única en el mundo, la sala ámbar, una de las maravillas del mundo, aunque como en el resto de
Rusia, no se pueden fotografiar los interiores de los palacios.
Federico
I, rey de Prusia, envió como regalo a Pedro I paneles de ámbar, únicos en su
tipo, que fueron la base de la decoración de la sala. Durante la Segunda Guerra
Mundial, casi toda la sala fue destruida. Desde entonces nunca se supo de ella
hasta que en el 2003 se inauguró nuevamente. El interior se convirtió en la
maestría de tallistas del pasado y presente. El ámbar era considerado muchísimo
más caro que el oro, incluso por encima de 10 veces más. La parte superior no
es de ámbar, es pintor, pero prácticamente no se aprecia, aunque sí que es de
ese material las mesillas, muebles, molduras, cuadros, etc.
El Palacio Puskin era
el palacio de verano de la corte rusa. Fue construido por el emperador Pedro I
y Catalina I. Posteriormente fue ampliado por Elisabeth, hija de Pedro el
Grande. Durante el reinado de Catalina II, se convirtió en el palacio de verano
más lujoso y grande de toda Europa. Por dentro, destaca la Sala Grande del
trono o Salón Dorado, que es majestuosa y solemne, llena de ventanales
gigantescos, muchísima luz, más de 1000 m2 y estaba concebido para grandes
bailes y fiestas. También se pude ver la sala de los espejos, con multitud de
espejos contrapuestos que dan una grandísima amplitud a la estancia. Destacaba
asimismo la sala de pinturas, con cuadros de arriba debajo de la sala y la sala ámbar como dijimos.
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