Clasificar
los palacios del mundo es muy complicado, más que nada porque depende mucho del
tipo que te gusten. Desde luego, para mi los mejores están en San Petersburgo, Rusia, una ciudad con
palacios impresionantes de la época de los zares, de los que a día de hoy no
ves ni una tercera parte de lo que era, así que no quiero ni imaginarme la
belleza que tendrían en pleno esplendor.
De
los que vi en mi crucero fluvial por Rusia (crucero rusia), destacaría los siguientes:
1.El Palacio de Peterhof, la residencia preferida del Pedro I conocida como el
“Versalles ruso” y que cuenta con un complejo de edificaciones impresionante y
parques de los siglos XVIII y XIX adornado con más de un centenar de estatuas.
Hasta la Revolución de Octubre de 1917 fue residencia de zares. Un año después
se transformó en museo. Durante la segunda Guerra Mundial estuvo ocupado por
tropas alemanas aunque antes se pudo evacuar más de 7000 objetos y estatuas.
Desde 1946 se empezó la restauración de memoria, incluso la fuente Sansón, que
fue robada por las tropas.
Pedro
I hizo correr el agua por gravedad, con ayuda de un canal desde las alturas de
Rophsa. Ante la fachada del palacio, que da al golfo de Finlandia, se extiende
el parque interior, la cascada Grande y numerosas fuentes.
La
Cascada Grande es el centro primordial de todo el palacio. Aquí aparecen 38
estatuas y 213 bajorrelieves, bustos y vastos. Centro del conjunto es “Sansón
desgarrando las fauces del león”, creado por motivo del 25 aniversario de una
victoria transcendental para Rusia. El 27 de junio de 1709, el día de San
sansón, tuvo lugar el memorable combate junto a Poltava, donde el ejército ruso
derroto al ejercito de Carlos XII. De las fauces del león, como una salva de
numerosos cañones, se dispara un chorro de agua de 20m de altura.
El
jardín está lleno de fuentes como la de Tritón donde se desgarran las fauces de
un monstruo marino, o la Montaña de ajedrez donde tres fabuloso dragones alados
lanzan de sus fauces abiertas torrentes de agua que se escurren por las
vertientes pintadas en forma de escaques.
Dentro
del palacio no se pueden hacer fotos, pero son impresionantes su salón dorado,
con las paredes sumamente ornamentadas en dorado y blanco, o el salón del trono
con techos de más de 10 metros de altura, dos filas de ventanas, y un parqué
espectacular. Recuerda mucho el estilo al francés, muy recargado, con mucho
estilo de los grandes palacios de la época de Luis XV.
2. El
Ermitage, que hoy en día es el
famoso museo que alberga más de 3 millones de obras de arte pero que antiguamente
era el Palacio de Invierno. La fecha de creación del Ermitage es el 1764 cuando
el comerciante Gotzkowski propuso a la corte rusa una colección compuesta por
225 cuadros de pintores holandeses y flamencos del siglo XVII que sirvió de
base a la galería de Catalina II. A partir de ahí, el zar Nicolás I encargo el
proyecto del Museum Imperial, que aunó en su recinto los tesoros de la corona
imperial. Actualmente cuenta el museo con más de 3 millones de obras de arte.
3. El
Palacio Puskin era el palacio de
verano de la corte rusa. Fue construido por el emperador Pedro I y Catalina I.
Posteriormente fue ampliado por Elisabeth, hija de Pedro el Grande. Durante el
reinado de Catalina II, se convirtió en el palacio de verano más lujoso y
grande de toda Europa. En su interior se haya la sala de ámbar, una de las
maravillas del mundo, aunque como en el resto de Rusia, no se pueden
fotografiar los interiores de los palacios.
Por
dentro, destaca la Sala Grande del trono o Salón Dorado, que es majestuosa y
solemne, llena de ventanales gigantescos, muchísima luz, más de 1000 m2 y
estaba concebido para grandes bailes y fiestas. También se pude ver la sala de
los espejos, con multitud de espejos contrapuestos que dan una grandísima
amplitud a la estancia. Destacaba asimismo la sala de pinturas, con cuadros de
arriba debajo de la sala y la sala ámbar
como dijimos. Federico I, rey de Prusia, envió como regalo a Pedro I paneles de
ámbar, únicos en su tipo, que fueron la base de la decoración de la sala.
Durante la Segunda Guerra Mundial, casi toda la sala fue destruida. Desde
entonces nunca se supo de ella hasta que en el 2003 se inauguró nuevamente. El
interior se convirtió en la maestría de tallistas del pasado y presente. El
ámbar era considerado muchísimo más caro que el oro, incluso por encima de 10
veces más. La parte superior no es de ámbar, es pintura, pero prácticamente no
se aprecia, aunque sí que es de ese material las mesillas, muebles, molduras,
cuadros, etc.
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