Igual
que San Petersburgo tiene un icono
claro, la Iglesia de la Resurrección de
Cristo, Moscú tiene otra iglesia emblemática, la catedral de San Basilio, que para mí es el máximo exponente de
la arquitectura rusa y el edificio que más me gusto.
Pudimos
descubrirlo en nuestro crucero fluvial de Rusia (crucero fluvial rusia), y se encuentra en plena Plaza Roja de Moscú.
La
mando construir Iván el terrible y la diseño el arquitecto Yakolev. La leyenda
dice que le mando cegar para que no crease nada de hermosura semejante.
Realmente
la catedral estaba consagrada en su origen a la Intercesión de la Virgen,
aunque la veneración popular por san Basilio el Bendito , que fue enterrado
allí, y al que se dedicó una de las capillas, hizo que fuese cambiando la
denominación con la que es conocida.
Cuenta
con nueve iglesias colocadas sobre un pedestal. Ocho de ellas se agrupan en
torno a la central, la iglesia de la intersección de la virgen, la más alta de
47,5 metros y cubierta con techumbre piramidal.
Por fuera es realmente impresionante, pero por dentro es
un laberinto de escaleras, cuestas y pequeñas capillas que deja mucho que
desear, aunque el exterior como he dicho
lo compensa con creces y merece totalmente la pena admirar esas cúpulas de
colores brillantes, cada una diferentes, tanto en colores como materiales, que
recuerdan algunas a conos de helados, brillantes, con tejas cerámicas, con
multitud de adornos.
Lo
del interior choca muchísimo, ya que todas las iglesias ortodoxas están
ricamente decoradas con pinturas, iconostasios y demás, mientras que esta
iglesia tiene las paredes directamente tal cual se construyeron, las escaleras
están desgastadas y sin mantenimiento, las capillas están pobremente adornadas,
no sé, choca muchísimo en comparación con el resto…
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