Como describo en mi Diario Viaje Lima, Lima tiene alguna cosilla que ver, en contra de lo que la gente
piensa que es una ciudad de paso desde donde ir a Cuzco o Arequipa.
Entre las cosas más
interesantes de ver, sin duda alguna está el Casco Histórico, aunque también
hay una pequeña zona de ruinas y pirámides que merecen la pena la visita. Por
supuesto, no son como las pirámides mayas de México, pero tienen historia y es
algo digno de ver.
La primera zona es la de Pachacamac. Esta lo disfrute mucho, porque me iba con pocas expectativas, pero fue muy
divertido. Una vez dentro del recinto, fuimos recorriendo con el guía el sitio
arqueológico, y nos contó mucho de las antiguas tradiciones Incas del país.
Tiene edificios del siglo III hasta el XV, siendo los más relevantes los del
periodo inca, del 1450 al 1532. Pachamac era famoso por el primer edificio que
vimos, donde se ubicaba el oráculo al
que acudía la gente para hacer peticiones y que le indicaron su futuro. El
edificio estaba construido en ladrillos de adobe, igual que las pirámides de
Pucllana. Todo el recinto era en honor
al dios Pachacamac, al que se le atribuía la creación del universo y todo lo
que contiene.
Todavía no se sabe a ciencia cierta qué tienen, ya que
las excavaciones empezaron hace poco, a finales del siglo XIX, y según nos
comentó el guía, aún hay muchísimas extensiones de desierto que se deberían
excavar en profundidad. Según nos comentaban, los fieles venían al complejo y
se quedaban en la antesala meditando sobre lo que querían hablar con el
oráculo, a veces durante días, antes de poder pasar a hablar con él.
De todas formas, el templo más famoso es el Templo del Sol, que es el más grande y
mejor conservado del complejo. Esta sobre un promontorio rocoso, como el resto
de edificios del complejo, y domina todo el conjunto. Fue construido por los
incas en el 1450 como santuario al Dios sol. Es el que tiene más forma de
pirámide de todos los que vimos. Para subir a él, ibas recorriendo una cuesta
donde apreciabas las paredes del templo, donde se podía ver que eran adobes
unidos con argamasa de barro. En su día, según nos comentaban, estarían
pintados de colores. Fue un templo que profanaron los españoles, comandados por
Pizarro, ya que ellos buscaban oro y plata. Subieron a la cumbre de la
pirámide, sacaron al ídolo del dios Pachamacac y lo quemaron al ser de madera.
Los peruanos creyeron que podría tener repercusiones con su dios, pero nada
ocurrió.
La segunda zona es Huaca Juliana o Pucllana, que pertenece
a la cultura Lima (100 dC - 650 dC). Inicialmente contaba con una extensión de
aproximadamente 20 hectáreas, pero ahora cuenta con tan sólo 6 hectáreas. Fue
uno de los Centros Ceremoniales Administrativos más importantes de la Cultura
Lima, la misma que se desarrolló entre los años 200 y 700 d. C. en el escenario
geográfico comprendido por los valles de Chancay, Chillón, Rimac, y Lurín, con
ocupación e influencia en las partes medias y altas de estos respectivamente.
Alrededor del año 500 d.C. la zona de Miraflores era dominada por un imponente
Centro Ceremonial Administrativo que hoy conocemos como Huaca Pucllana. Desde
estos centros administrativos, se organizaba a la sociedad administrando la
producción y el intercambio de productos, así como la realización de ceremonias
religiosas. Estas actividades eran presididas por los sacerdotes, quienes
ejercían autoridad cívico-religiosa. Se ponían pirámides de 25 metros de altura
formada por adobes colocados verticalmente en vez de forma horizontal. Con este
tipo de construcción, las construcciones resistían mucho mejor los terremotos,
un problema muy grave en todo Perú. En ella se han encontrado muchos cuerpos
descuartizados de mujeres, ya que los habitantes de la cultura Lima creyeron
que el mejor sacrificio que podían hacer, era el de una mujer, ya que era quien
daba vida. La arqueóloga Gladys Paz encontró en octubre de 2010 una nueva
construcción arqueológica compuesta por una cámara, momias y tumbas enterradas
en la zona desde el año 850 d.C., es decir, con una antigüedad de 1160 años,
perteneciente a la cultura Wari que fue aquella que sucedió a la cultura Lima.
Destacar que hay justo un restaurante donde se
come estupendamente y con hermosas vistas a las ruinas, destacando sobre todo de noche cuando iluminan
los restos arqueológicos. Sin duda, merece la pena cenar allí y daros un
capricho.
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