Florencia es un vasto y bello monumento al Renacimiento, despertar
artístico y cultural del siglo XV. Escritores como Dante, Petrarca y Maquiavelo
contribuyeron a su patrimonio literario, pero fueron las obras capitales
artísticas del mundo.
Es una ciudad que enamora y a la que decidí volver en mi
visita a la Toscana (viaje toscana) ya que mi marido no la conocía y a mí no me importa
nada volver a verla por la gran belleza que tiene.
Lo que hicimos para recorrerla
fue seguir los itinerarios de la guía El País Aguilar ampliándolos un poco
más, buscando también el mercado central y el jabalí de la ciudad.
Lo primero que nos encontramos es la catedral, el duomo, cuya cúpula naranja se ve a distancia. Santa
Maria del Fiore es la cuarta catedral más grande de Europa y es el edificio más
alto de la ciudad junto con el Campanil, diseñado por Giotto en 1334, y que se
completó en 1359, 22 años después de su muerte. El nombre de la catedral se
traduce como Santa María de las flores, haciendo referencia a los lirios,
símbolo de la ciudad. Toda la catedral está recubierta de tres tipos de
mármoles: Carrara (blanco), Prato (verde), Siena (rojo).
El primer recorrido que hicimos fue partiendo del duomo
caminando hacia la iglesia de Santa
Maria Novella, que tiene una fachada impresionante. Fue edificada entre
1279 y 1357. La fachada de mármol es obra del arquitecto León Battista Alberti
en 1456-1470 y es una de las obras más importantes del renacimiento florentino.
Alberti usó en abundancia las formas geométricas ya que según su opinión
impulsan a meditar sobre las verdades de la fe, idea que anticipa las
corrientes estéticas neoplatónicas que serán dominantes en la cultura
florentina, ya que demuestra cómo las formas visibles son portadores de
significaciones ideológicas precisas y porque la incrustación geométrica
realiza el ideal de la reducción de la forma al puro diseño.
Después fuimos camino del mercado central, el cual nos decepcionó ya que estaba cerrado
dirigiéndonos a la Academia, donde está el David de Miguel Angel,
aunque no entramos ya que la cola era kilométrica. Aun así, vimos justo al lado
el convento de San Marcos, del siglo
XIII y la Piazza de la Santisima
Annuziata, comenzada por Giambologna y terminada en 1608 por su ayudante,
Tacca, que diseño las fuentes de bronce. En esta plaza se puede ver la iglesia
Santissima Annunziata, el Spedale degli Innocenti que es el orfanato de la
ciudad con hermosos camafeos de Andrea della Robia que están realizados en
terracota con niños en pañales y añadidos al pórtico de Brunelleschi. Este orfanato abrió sus puertas en 1444 y
fue el primero de Europa y perdurando hasta nuestros días. Todos los edificios
de la plaza tienen galerías o logias, con columnas en el pórtico siguiendo la
lógica proporción del renacimiento, lo cual le da a todos los edificios un
equilibrio y una belleza inigualables. Si se traza una línea horizontal a lo
largo de lo alto de las columnas, se crea un cuadrado con la altura de la
columna y la distancia de una columna a la siguiente.
Continuamos buscando al jabalí y recorriendo ese trozo de ciudad que yo no conocía de mi
anterior visita, pero que es una zona bastante bonita llena de calles con mucho
encanto, y también de tiendas de lujo como Mochino, Chanel, etc. En el
mercado nuevo se puede ver la escultura de un jabalí, llamado porcellino o cinghiale. Es todo
original excepto su trompa, y se conserva perfectamente. Data de 1612 cuando lo
creó Pietro Tacca. Es en realidad la copia de un original hecho en mármol de la
época del imperio romano que está en la Galleria degli Uffizi. Para muchos
tiene la capacidad de conceder deseos. Para ello debes frotar su nariz con la
palma de la mano mientras se sostiene con la misma una moneda, la cual deberá
caer (por la acción misma del frotado) hacia un pequeño pozo con barrotes, que
se encuentra a los pies de la estatua, donde se van acumulando todas las
monedas, de todos los pedidos. Se desconoce con certeza el destino real de
todas esas monedas (se cree que sirven para la misma conservación de la
estatua) y tiene muchos “hermanos” (copias) alrededor del mundo, incluso en
Sydney.
Aparte del jabalí, otra curiosidad del mercado es
que en el piso esta la “piedra del escándalo” que era el lugar donde eran
castigados físicamente los deudores insolventes de la Firenze del Renacimiento.
Para cruzar el rio, se debe visitar el Puente Vecchio, lleno de tiendas, hoy en dia joyerias, aunque antiguamente eran carnicerias, aunque a los Uffizi no les gustaban y de ahi que se cambiaran las tiendas que habia. Hay un pasadizo que conecta el puente con el Palacio Uffizi.
Al otro lado del río fuimos al Palacio Pitti, que siguió sin gustarme a pesar de verlo por segunda
vez, así que volvimos a cruzar y fuimos bordeando el rio hasta llegar a la iglesia de Santa Croce. El problema es
que delante estaba instalado un recinto para la fiesta de lucha que iba a ver
unos días después en la ciudad que puede ser una interesante visita si lo
hacéis coincidir justo con vuestro viaje.
Por último, volvimos a disfrutar de la belleza de la Plaza de la Signoria, que fue el centro
político y social de Florencia durante siglos. El primer día cenamos allí y
ambos días tomamos un helado buenísimo en una heladería que hacia esquina de la
plaza y que no estaba nada mal de precio teniendo en cuenta su ubicación. La
gran campana del palacio solía llamar a los ciudadanos al Parlamento y la plaza
estaba llena siempre de visitantes. Preside la plaza el Palacio Viejo, del siglo
XIV, construido para ser la sede del Prior de las artes. También es importante
la Loggia de Lanzi, que da su nombre a los lanceros, los guardas de Cosimo I
que se alojaban allí. Hoy en día es un espacio lleno de estatuas impresionantes
que conmemoran los grandes eventos históricos de la ciudad como El rapto de las
Sabinas de Giambologna. En la plaza hay además una fuente llamada Fontana di
Nettuno que conmemora las victorias navales toscanas y fue la primera fuente
pública de la ciudad. Aunque lo más famoso de la plaza es la réplica de la
estatua del David, de Miguel Ángel.
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