viernes, 20 de mayo de 2016

Subiendo a la Torre de Pisa, Italia

Pisa es su torre. Recorrimos gran parte de la ciudad en nuestro viaje viaje toscana buscando otros atractivos, pero no los vimos, y eso que fuimos el día del patrón, 17 de junio, porque creíamos que harían algo especial, alguna fiesta medieval, etc. Pero no, sólo instalaron un pequeño mercado donde el producto estrella eran los brigidini que son unos dulces típicos de la región de Pistoia. El aspecto es como las patatas fritas, y menos mal que nos los dieron a probar, porque yo iba a comprarlo hasta que lo probé... Resulta que en verdad son dulces y están hechos de azúcar, harina, huevos y la esencia líquida del anís, que no pega nada con su aspecto. El nombre proviene de las monjas de un convento de Pistoia dedicado a Santa Brígida, que a mediados del siglo XVI inventaron estas galletas de oblea.

Lo más famoso es sin duda su Duomo y torre inclinada. Todo en la plaza está inclinado y eso se debe a la naturaleza pantanosa del terreno sobre el que está situada la ciudad, que en muchos casos cede y se asienta con el peso de estas edificaciones.

Pisa fue el lugar donde nació Galileo Galilei quien se dijo que dejó caer dos balas de cañón de diferente masa desde la torre para demostrar que la velocidad de descenso era independiente de la masa. La historia, aunque descrita por un estudiante del propio Galileo, se considera un mito.
La plaza fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987 por la Unesco. La catedral, construida en mármol entre los años 1064 y 1118 es de estilo románico pisano, con su portal en bronce de Pisano. En esta plaza surge la llamativa torre inclinada del siglo XII, con una altura de 58,36 metros, que sufrió su característica inclinación inmediatamente después de iniciarse su construcción y que merece más detalle después. En la plaza también está el Baptisterio donde entramos y aunque en si el edificio no tiene nada, pudimos comprobar por gentileza del que verificaba las entradas como sonaba el eco cuando cantaba en el medio del edificio, con un sonido envolvente inigualable.

La Torre inclinada de Pisa es el campanario de la catedral. Comenzó a inclinarse tan pronto como se inició su construcción en agosto de 1173. Su altura es de 55,7 a 55,8 metros desde la base, su peso se estima en 14.700 toneladas y la inclinación de unos 4°, extendiéndose 3,9 m de la vertical. La escalera interna en espiral tiene 294 escalones. Está considerada, junto a la catedral de la que forma parte, una de las joyas del arte Románico. Como no podía ser de otra forma, decidimos subir. Cabe decir que no se hace muy pesado el subir, pero sí que es rara la sensación que tienes en algunas zonas de inclinación, aunque pensábamos que iba a ser mucho más acentuada. Lo bueno es que limitan el acceso a grupos de 15-20 personas cada 15 min, lo que impide que haya aglomeraciones en la torre y no da sensación de agobio como me sucedió por ejemplo al subir a la cúpula del Duomo de Florencia. Fuimos sin reserva y pudimos hacerlo al quedarnos a dormir allí, ya que la horda de turistas desciende muchísimo a partir de las 7 de la tarde y la torre está abierta hasta las 21:30.






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