Visita imprescindible al visitar Camboya (viaje camboya) es ver Angkor Wat que es el templo más grande
y también el mejor conservado de los que integran el asentamiento de Angkor que
ocupaba 200km2. Está considerado como la
mayor estructura religiosa jamás construida, y uno de los tesoros arqueológicos
más importantes del mundo, aunque no fue el que más nos gustó de todos.
Desde su construcción a principios del siglo XII y hasta el traslado de la sede
real al cercano Bayón, a finales del mismo siglo, Angkor Wat fue el centro
político y religioso del imperio. El recinto, entre cuyos muros se ha calculado
que vivían 20000 personas, cumplía las funciones de templo principal, y
albergaba además el palacio real. Dedicado inicialmente al dios Vishnú,
arquitectónicamente el templo combina la tipología hinduista del templo-monte,
representando el Monte Meru (morada de los dioses), con la tipología de
galerías propia de periodos posteriores.
Se accede a la puerta de entrada por una pasarela que debe
ser restaurada urgentemente. Esta puerta es en verdad cinco pequeñas puertas
que cumplían diferentes funciones. La central era para que accediera el rey en
su trono. Por las dos de derecha e izquierda entraban los ministros, y las dos
más alejadas eran las de entrada de los elefantes.
Desde un punto de
vista estilístico, el templo se encuadra dentro del llamado "estilo
angkoriano", que es la etapa artística más madura en la arquitectura jemer
y la última de influencia puramente hinduista. Los templos jemeres no se
concebían como lugares para la reunión de los fieles sino que servían de morada
para los dioses, por lo que sólo la élite religiosa y política del país tenía
acceso a los recintos centrales y además no vivía nadie dentro como veremos en
el templo del tercer día. Angkor Wat presenta además la particularidad de ser
un templo cuya finalidad última era servir de tumba para el rey. Este
planteamiento de los templos jemeres ocasiona que sus zonas más sagradas
carezcan de grandes entradas o espacios ceremoniales, y que por contra se
centre la atención en la percepción exterior del templo. Tanto las terrazas
como las torres de Angkor Wat están diseñadas para ser percibidas
armoniosamente desde el exterior, y sus alturas y modulación tienen en cuenta
los efectos de la perspectiva. En los prasat se emplean estrategias
como la de reducir paulatinamente la altura de las sucesivas terrazas o el
tamaño de los detalles en la torre a medida que la construcción se eleva: esto
produce en el observador la sensación de encontrarse ante una construcción más
alta de lo que realmente es. También la relación entre la distancia y altura de
las torres de Angkor Wat está calculada para presentar una escenificación
homogénea desde la entrada del templo, sin que los elementos más cercanos
lleguen a ocultar a los más lejanos. Angkor Wat materializa el esquema "clásico"
del templo-monte jemer de la etapa angkoriana, consistente en
un prasat (templo piramidal) central rodeado de varios patios
concéntricos de altura descendente y forma cuadrangular (pues el cuadrado
simbolizaba la perfección), y rematados en sus esquinas con nuevos templos
menores. Completan el conjunto dos bibliotecas exentas en simetría con el eje
central, siendo todo ello finalmente circunvalado por un nuevo muro y un lago.
Esta configuración recrea un microcosmos del universo hindú: su gran lago
perimetral evoca los océanos, mientras que los distintos recintos concéntricos
simbolizan las distintas alturas del Monte Meru. Los Prasats o torres
piramidales simulan los picos de las montañas, siendo el prasat central el
propio monte Meru y los demás las montañas que lo circundan. El propio
recorrido, con sus sucesivas subidas a través de empinadísimas escaleras,
representa la ascensión al monte.
Angkor Wat se
ha convertido en un símbolo de Camboya, hasta el punto de figurar en la bandera
de su país. En 1992 fue declarado por la Unesco
Patrimonio de la Humanidad. Todavía persiste la
leyenda de que Angkor Wat cayó en el olvido hasta que fue redescubierto a
finales del siglo XIX por el naturalista francés Henri Mouhot, quien viajo a
Camboya por una viaje financiado por la royal Geographical Society y la
Zoological Society of London, donde se topó con el templo accidentalmente
mientras cazaba mariposas. Cuando regresó, los dibujos y la apasionada
descripción del templo registrados en los cuadernos de viaje de este naturalista
fueron publicados póstumamente en París en 1868.
Subiendo por un lateral, entramos en las galerias de los
frisos de Angkor Wat. Poseen dos metros de altura, y ocupan una extensión total
de más de 1000 m2. Narran muchísimas batallas como la de Kukukshetra, Lanka,
etc.
Es importante
destacar cómo se construyó Angkor Wat ya que la mayoría de templos de la región
se hicieron de la misma forma. Para construirlos usaron principalmente
laterita, limonita y sobre todo arenisca. Los bloques, que llegaban a pesar 4 toneladas, eran transportados
por canales desde una cantera situada a 40 km al nordeste del templo. Se
calcula que el volumen de piedra utilizado (5 millones de toneladas) es
equivalente al empleado para la construcción de la pirámide de Kefrén lo que
tuvo que requerir de miles de trabajadores. Un ingeniero estimó que la construcción en la actualidad requeriría 300
años, mientras que el templo real se construyó en menos de 40. Las piezas de arenisca eran cuidadosamente labradas para
encajar perfectamente, pues en la mayor parte de la construcción no se empleó
ningún tipo de mortero, utilizándose en ocasiones incluso sistemas de
machihembrado del tipo caja y espiga para mejorar la trabazón entre
las piezas. En los puntos donde se hizo uso de pastas de unión pudieron haberse
empleado resinas. Los jemeres conocían los morteros, que confeccionaban con una
mezcla de cal, azúcar de palma, y savia de lianas; una técnica heredada de
siglos anteriores, cuando usaban ladrillos para construir sus templos aunque
sólo vimos uno con dicho material. Sin embargo los morteros cayeron en desuso a
partir del siglo X, y apenas se utilizaron en Angkor Wat.
Todo esto se observa en el primer piso por el que
estuvimos paseando. Tiene forma de cuadrado con cuatro patios en cada esquina
como se observan en las fotos y galerias que comunican unos con otros. Se llama
la sala de los mil budas ya que en todas las paredes están labrados, y justo en
el centro está la piedra que marca el centro de toda la estructura
Se accede de un recinto a otro mediante unas empinadas
escaleras, que según la iconografía hindú simbolizan el ascenso a la montaña de
los dioses. Tienen pendientes en torno a los 70º, menos la del lado oeste que
sigue la dirección principal y que tiene una pendiente de 50º. Murieron tres personas desde que abrieron el
templo al público por caerse por las escaleras originales, así que decidieron
instalar otras aunque seguían siendo muy empinadas y se subía muchísimo¡¡
Arriba se podía apreciar la cúspide del templo y cuatro budas diferentes para
la oración de los fieles. El edificio al que subimos es uno de los 5 Prasat o
templos piramidales que representan los picos del Monte Meru.
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