En pleno centro de la Toscana (Viaje Toscana) encontramos su
corazón, una pequeña ciudad llamada Siena,
con un atractivo indiscutible. Para mí, lo resumiría en que preguntamos que había que ver en Siena, y
nos dijeron que simplemente nos perdiéramos por sus calles porque todas son
bonitas, y era una gran realidad.
Según una antigua leyenda, Siena fue fundada por
Asquio y Senio, hijos de Remo, sobre las tres colinas que ocupa actualmente. El
centro histórico de Siena ha sido declarado por la Unesco como Lugar Patrimonio de la Humanidad en 1995, por
considerar que es la encarnación de una ciudad medieval. Sus habitantes
rivalizaron con Florencia en materia de planeamiento urbanístico, conservando a
lo largo de los siglos su apariencia de ciudad gótica.
Su
catedral, comenzada a mediados del
siglo XII, es un representativo ejemplo de la arquitectura gótica italiana. La
fachada principal, obra de Giovanni Pisano, fue terminada en 1380; en el
interior se puede admirar el púlpito octogonal sostenido por leones y su
pavimento de mosaicos, un historiado laberinto recorrido por penitentes
arrodillados. Sinceramente, es un edificio único y espectacular que hay que ver
tanto por fuera como por dentro, al contrario de otras muchas iglesias
italianas cuyo interior es muy pobre.
En la Piazza
del Campo, que tiene forma de abanico, se encuentra el Palazzo Publico o Ayuntamiento del siglo XIV con su famoso Campanile. Es en esta plaza también
donde se celebra la famosa carrera de caballos, el Palio, que tiene lugar dos veces al año y en la cual, tanto jinete
como caballo representan cada uno de los diecisiete distritos de la ciudad, las
contrade. Al inicio eran 59, pero poco a poco se fue reduciendo. Cada uno tiene
una zona de la ciudad de base.
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