Aunque he comentado en
varios tips esto, incluso incluyéndolo como una de las 7 mejores actividades
que puedes hacer raras al viajar por el mundo, merece la pena hacer un pequeño
tip de esto especifico, para indicar la experiencia de montar en uno de los
mayores mamíferos del mundo.
Para mi es algo que debes
hacer una vez en la vida, y ya entonces decidir si vuelves a hacerlo o no. Yo
lo he hecho dos veces, una en India (viaje india) y otra en Bali (viaje bali), cada vez de una
forma diferente y no se con cual me quedaría, lo que sí que tengo claro es que
espero volver a montar una tercera vez en algún otro país asiático.
En India fue la primera
vez que monté y fue para subir al fuerte de Amber, en el norte de India. Allí
los elefantes son mantenidos justo por motivos turísticos, de forma que con lo
que cobran por subir a la gente hasta el fuerte, pagan el alimento que consumen
cada día. Asimismo, está totalmente regulado el esfuerzo que puede hacer el
animal, haciendo sólo tres ascensiones al día, y a primera hora, con el fin de
no soportar un calor agobiante.
Aquí montas de lado. Te
subes a una plataforma y te sientas mirando el paisaje, teniendo que agarrarte
con la mano ya que no tienes respaldo. Mientras, los elefantes van trepando la
cuesta, siendo muy gracioso como tienen que esperar ya que no caben dos en la mayoría
de las puertas por las que pasas. Da menos sensación de vértigo, aunque vas
altísimo, porque vas de lado y no vas viendo el suelo, lo único malo es la
tensión de sujetarte y acordarte que no puedes reclinarte para no caer.
Por el camino, hay
muchísimos fotógrafos que no pararan de hacerte fotos subidas a los elefantes,
que luego revelan mientras que visitas el fuerte para intentar vendértelas
cuando sales. No os preocupéis, os buscan ellos. Es un buen recuerdo y si
regateas bien, te lo puedes llevar a un precio irrisorio, quedando así
inmortalizado el momento en que subiste al paquidermo.
El otro sitio donde
también monte en elefante es Bali. Aquí fue totalmente diferente, ya que cada
uno montaba en banquito que iba a ambos lados de la cabeza del elefante.
Independientemente de quien pesa más, la sensación que teníamos cada uno es de
que nos íbamos moviendo cada vez más y más y que nos íbamos a caer por nuestro
lado. Esto se debe a cómo esta sujetas
las sillas al elefante. La sensación es de más alto, ya que vas viendo la
cabeza del elefante, el suelo delante de ti y cuelgas de uno de los lados, pero
aun así, es muy entretenido y único.
En el caso de Bali tenia
además un atractivo adicional y es que al final del paseo el elefante se daba
un baño. Nosotros nos asustamos un poco de eso pero al ver a los que iban
delante nuestro dijimos, no pasa nada… se mete un poquillo y se mojan la mitad
de las piernas…Pero cuando le llegó el turno a nuestra elefanta, llamada Daisy,
vemos que empieza a avanzar y avanzar hacia dentro, que el agua iba alcanzando
la cesta…de forma que se tapó hasta los ojos. Que miedito¡¡ Pensábamos que nos
caíamos ya al lago¡¡¡¡ Pero todo quedo en anécdota, nuestra elefanta nos empapo
un poco con la trompa que fue muy divertido, y salimos a terminar el paseo y
descender de nuestros asientos.
Consejo
final: Si os gusta experimentar cosas un poco raras en los
viajes, sin duda que es único el que os subáis a un elefante y hagáis un
pequeño recorrido. No suele ser muy largo y tendréis una gran anécdota que
contar a vuestros amigos :)
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