jueves, 15 de junio de 2017

Anécdota de viaje, Rusia


Uno de los primeros viajes que hicimos en familia después de un parón de unos cuantos años por la carrera fue un crucero por Rusia . Fue nuestro primer crucero, así que no sabíamos muchas cosas, aunque aprendimos algunas para viajes futuros.

Una de estas lecciones fue contratar los vuelos siempre aparte, aunque sean un poco más caros de lo que puede ofrecer la compañía de cruceros, para así garantizarnos ir siempre en una compañía que no sea low cost ni en un vuelo chárter, lo cual nos permite también jugar con los días y solemos siempre quedarnos algún día adicional para ver la ciudad de llegada o salida.

En el crucero de Rusia, el problema fue, como se ha podido sobreentender, con los aviones. Hay que tener en cuanta, que desgraciadamente, volábamos unos pocos días después del terrible accidente de Spanair en el aeropuerto de Madrid, así que el miedo estaba en el aire de todos los que íbamos a embarcarnos en el avión.

En este caso, era un crucero fluvial donde la compañía ponía un vuelo chárter desde Madrid para llevarnos a San Petersburgo y volver desde Moscú. La ida fue sin más incidentes, sólo diversos comentarios de los pasajeros ya que el avión era totalmente blanco, no llevaba ninguna indicación de modelo del avión, ni era de ninguna compañía, que si nos iba a pasar algo, etc.

El problema, hoy anécdota, fue el avión de vuelta. Nos subimos todos y a la hora prevista, comenzó a ir para atrás para moverse por la pista. De repente, oímos un crackkk gigantesco, y claro, el miedo se apodero de nosotros. Estuvimos media hora parados, sin noticias, y de repente nos dicen que ha habido un pequeño problema técnico que se está solucionando. La gente ya empezó a ponerse muy nerviosa, así que encargamos a uno que bajara fuera del avión para que se enterara bien de qué pasaba, porque queríamos saberlo de primera mano. A la hora vuelve y nos dice que parece que ha habido un problema con una rueda del tren de aterrizaje que ha reventado.

seguimos sin noticias otro rato, y ya pedimos que nos dejen bajar del avión al menos. Volvemos a la terminal y aquí nos tiramos otras 2 horas sin novedades. La gente ya diciendo que no subían al avión de vuelta, nosotros viendo opciones para volver aunque fuera en tren a Madrid, otros que se iban a alquilar un coche, oías de todo¡¡¡

Enviamos nuevamente a nuestro "encargado" pero no querían decirle mucho mas. Nos iban dando información contradictoria, y además nos dejaron encerrados en una sala sin poder salir de allí y mas siendo Rusia, con las medidas estrictas que tienen ya que habíamos subido todos a un avión y se suponía que debíamos estar volando...

Al final, resultó que tardaban mas porque no había ningún mecánico en Moscú que fuera capaz de cambiar la rueda del avión, que era un modelo antiguo y fuera de uso, y no les encajaba, luego no tenían herramientas, no sabían seguir el manual, así que la ultima solución fue que desde Madrid había un mecánico indicando los pasos, que se traducían al ruso, y allí lo hacían.

Tras más de unas 5 horas volvimos a subir al avión, la mayoría bastante nerviosos y preocupados. Lo único que nos tranquilizo fue el comandante, que nos pido disculpas y nos explico todo con detalles. Para terminar nos dijo que él era padre, tenía tres hijos esperándole en Madrid, y que podía asegurar que no se arriesgaría a subirse y pilotar el avión si no estuviera totalmente seguro de que fuera a volar bien.

El vuelo discurrió bien, pero según llegábamos a Madrid, la gente empezó a quedarse mas y mas callada. En mi vida he viajado en un vuelo más silencioso. Oímos bajar el tren de aterrizaje y empezamos a ver la pista. El comandante la verdad que de 10, porque frenó muchísimo en el aire, y llegó ya con una velocidad muy baja, para intentar que el impacto al aterrizar fuera lo menor posible para las ruedas.

En el momento de posar el avión, todos contuvimos la respiración, y al ver que no derrapábamos ni se soltaba la rueda, irrumpimos en un aplauso gigantesco¡¡ Esta fue de las peores experiencias en un avión de mi vida y ya hoy, una anécdota de la que aprendimos la lección con los vuelos chárter :)

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