jueves, 15 de junio de 2017

Anécdota de viaje en Rusia (parte II)


Desgraciadamente en Rusia también tuvimos otra anécdota aunque tampoco fue positiva. Menos mal que el viaje nos compensó con creces, ya que mas de uno diría con todo esto que no volvería a visitar el país, aunque no es mi caso. 

Por cierto, que a nosotros no nos pasó pero varios de los que viajaron por libre en vez de contratar excursiones les robaron los pasaportes, así que tuvieron que ir a denunciarlo y parecía que no iban a poder seguir en el crucero. Tuvieron que ir gente del barco con ellos por segunda vez a comisaria, hacerles documentos temporales, etc. Supongo que para ellos, esto seria también una anécdota del viaje.

Como he indicado, íbamos en un crucero fluvial. Estábamos 3 días en San Petersburgo, luego navegaba por otros 4 o 5 días y llegabas a Moscú. En el camino intermedio realizábamos varias paradas, en Ugligh, Mandrogui y por ejemplo, Kizhi. Esta es una pequeña isla que hay en el lago Onega donde hay una de las iglesias más bonitas de todo Rusia, la iglesia de la Transfiguración, terminada en 1714, con un altura de 12 pisos y 22 cúpulas que van ascendiendo al cielo apoyándose unas en otras. Justo al lado está la Iglesia de la intersección, que con sus 11 cúpulas, hace que el conjunto tenga 33, la edad de la muerte de Cristo. Ambas iglesias se hicieron sin ningún clavo.

El lago Onega suele ser un lago tranquilo, aunque a veces hay tormentas, factor que sufrimos en el viaje. Esto origino que se empezaran a formar olas de 2-3 metros de altura, lo que unido al poco calado del barco al ser fluvial e ir siempre por pequeños canales, hizo que el movimiento fuera tremendo.

Al atravesar el lago de noche comenzamos a notar un leve movimiento del barco, que pronto se convirtió en bandazos, comenzaron a caerse las cosas de las estanterías y de la mesilla, la gente empezó a salir alarmada al pasillo y no sabíamos que pasaba.

Yo estaba tan tranquila dormida, cuando me desperté sobresaltada y empecé a notar cómo me movía en la cama dándome contra la parte de arriba y abajo.  Intente ir a la puerta del camarote para preguntar qué pasaba, pero fue casi imposible. Había que aprovechar cuando la ola iba hacia ese lado y dejarte caer…

Al cabo de dos horas se calmó aunque mientras tanto nadie dio ningún mensaje por megafonía, ni indicaron nada. Nosotros nerviosos pensando que si volcaba el barco no sabíamos hacia donde nadar, ya que el lago era gigantesco y encima de noche así que no se veía nada fuera...

Ya al día siguiente nos explicaron que había una gran tormenta pero que el capitán lo había tenido dominado y que no habíamos tenido en ningún momento peligro de volcar, aunque esa no era la sensación que tuvimos desgraciadamente…

Tras la visita a la isla, teníamos que volver a pasar por el mismo punto que seguía con tormenta, así que nos anticiparon la comida y nos dijeron que por favor fuéramos a nuestros camarotes y nos quedáramos allí para evitar lesiones.  

Quien no lo hizo se le cayeron mesas encima o sillas y se lesionaron costillas y tuvieron que recibir atención fuera. Se rompieron casi todos los vasos de los bares, las televisiones de los sitios comunes, etc.
Las olas llegaban a la tercera cubierta, así que imaginaros la altura, lo único que de día no se pasa tan mal como de noche, pero nos pusimos los chalecos salvavidas y nos dedicamos a hablar de otras cosas intentando olvidar el mal momento y celebrando cuando salimos ya al rio normal para navegar.

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