Desgraciadamente en Rusia también tuvimos otra anécdota
aunque tampoco fue positiva. Menos mal que el viaje nos compensó con creces, ya que mas de uno diría
con todo esto que no volvería a visitar el país, aunque no es mi caso.
Por cierto, que a nosotros no nos pasó pero varios de los
que viajaron por libre en vez de contratar excursiones les robaron los
pasaportes, así que tuvieron que ir a denunciarlo y parecía que no iban a poder
seguir en el crucero. Tuvieron que ir gente del barco con ellos por segunda vez
a comisaria, hacerles documentos temporales, etc. Supongo que para ellos, esto
seria también una anécdota del viaje.
Como he indicado, íbamos en un crucero fluvial. Estábamos 3 días
en San Petersburgo, luego navegaba por otros 4 o 5 días y llegabas a Moscú. En
el camino intermedio realizábamos varias paradas, en Ugligh, Mandrogui y por
ejemplo, Kizhi. Esta es una pequeña isla que hay en el lago Onega donde hay una
de las iglesias más bonitas de todo Rusia, la iglesia de la Transfiguración,
terminada en 1714, con un altura de 12 pisos y 22 cúpulas que van ascendiendo
al cielo apoyándose unas en otras. Justo al lado está la Iglesia de la intersección,
que con sus 11 cúpulas, hace que el conjunto tenga 33, la edad de la muerte de
Cristo. Ambas iglesias se hicieron sin ningún clavo.
El lago Onega suele ser un lago tranquilo, aunque a veces
hay tormentas, factor que sufrimos en el viaje. Esto origino que se empezaran a
formar olas de 2-3 metros de altura, lo que unido al poco calado del barco al
ser fluvial e ir siempre por pequeños canales, hizo que el movimiento fuera
tremendo.
Al atravesar el lago de noche comenzamos a notar un leve
movimiento del barco, que pronto se convirtió en bandazos, comenzaron a caerse
las cosas de las estanterías y de la mesilla, la gente empezó a salir alarmada
al pasillo y no sabíamos que pasaba.
Yo estaba tan tranquila dormida, cuando me desperté sobresaltada
y empecé a notar cómo me movía en la cama dándome contra la parte de arriba y
abajo. Intente ir a la puerta del
camarote para preguntar qué pasaba, pero fue casi imposible. Había que aprovechar
cuando la ola iba hacia ese lado y dejarte caer…
Al cabo de dos horas se calmó aunque mientras tanto nadie
dio ningún mensaje por megafonía, ni indicaron nada. Nosotros nerviosos
pensando que si volcaba el barco no sabíamos hacia donde nadar, ya que el lago
era gigantesco y encima de noche así que no se veía nada fuera...
Ya al día siguiente nos explicaron que había una gran
tormenta pero que el capitán lo había tenido dominado y que no habíamos tenido
en ningún momento peligro de volcar, aunque esa no era la sensación que tuvimos
desgraciadamente…
Tras la visita a la isla, teníamos que volver a pasar por el
mismo punto que seguía con tormenta, así que nos anticiparon la comida y nos
dijeron que por favor fuéramos a nuestros camarotes y nos quedáramos allí para
evitar lesiones.
Quien no lo hizo se le cayeron mesas encima o sillas y se
lesionaron costillas y tuvieron que recibir atención fuera. Se rompieron casi
todos los vasos de los bares, las televisiones de los sitios comunes, etc.
Las olas llegaban a la tercera cubierta, así que
imaginaros la altura, lo único que de día no se pasa tan mal como de noche, pero
nos pusimos los chalecos salvavidas y nos dedicamos a hablar de otras cosas
intentando olvidar el mal momento y celebrando cuando salimos ya al rio normal
para navegar.
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