Desde luego este es un tema que a mí me interesaba mucho
al visitar Japon, conocer las geishas, ver a una en carne y hueso, etc. Desde
que vi “Memorias de una Geisha” me pareció un mundo fascinante. Tanto, que
incluso nos disfrazamos de Maikos y fue una experiencia única y divertidísima
con la que aprendimos muchísimo sobre ellas.
Así que cuando fuimos a Japón nos fuimos al barrio de Gion
a buscarlas al ser el único lugar del mundo donde podríamos verlas. Mira mi
Diario de Viaje de Japón para conocer más detalles del país.
Para verlas, nos fuimos al barrio de Gion donde fuimos
viendo el encanto del barrio y, sobre todo, las casas de té (ochayas) que se
sabe si está funcionando si el farolillo de fuera rojo está encendido. A veces
los farolillos también indican que son restaurantes llamados aka-chochin, que
carecen de carta y son para los lugareños. Las casas de geishas se llaman okiya, y están sobre todo en las zonas
llamadas hanamachi "calle de
flores". En estas okiyas, la dueña se lleva todo el dinero que ganan las
maikos y un porcentaje de lo que ganan las geishas, pero aún así las chicas
permanecen allí ya que mientras tanto las dan educación, casa y comida gratis y
tienen una amplia red de contactos y clientes. Asimismo, los tocados y kimonos
que lucen también pertenecen a las casas. Suelen llevar el mismo kimono todo un
mes, y suelen tener un significado como por ejemplo una estación, un festival,
etc.
En principio, las geishas son animadoras profesionales
cuyos conocimientos de las artes tradicionales, agudeza verbal y habilidad para
guardar secretos, les genera respeto en la sociedad japonesa. La profesión data
del siglo XVII y se ha desprestigiado en la actualidad con las geishas onsen
que ofrecen artes sexuales. Las auténticas se llaman geiko (hija de las artes)
y las aprendices son las maikos que son únicas de Kyoto.
Lo más curioso es que originariamente
eran hombres (hokan o taikomochi), aunque poco a poco fue cambiando la proporción,
pasando a ser 3 a 1, así que se dejó el nombre original a las mujeres. En los
años 1920 había alrededor de 80.000 geishas en Japón, pero hoy en día hay sólo
unas 1.000 y tuvimos la suerte de encontrarnos con muchísimas por la calle,
pudiendo cumplir uno de nuestros sueños de verlas.
Tradicionalmente, las geishas comenzaban su
entrenamiento a una corta edad. Algunas jóvenes eran vendidas a las casas de
geishas en su niñez, y comenzaban a aprender las artes
tradicionales casi inmediatamente. Durante su niñez, las geishas a veces
trabajaban como criadas o asistentes de las más experimentadas, y luego como
aprendices de geisha (maiko).
Hoy en día, las jóvenes con aspiraciones a geisha
comienzan su entrenamiento después de completar los primeros años de secundaria
o incluso en sus estudios superiores, empezando su carrera en la adultez. Las geishas aún estudian instrumentos tradicionales como el shamisen,
el shakuhachi (flauta de bambú), el taiko (tambor) y practican bailes
tradicionales, el sadó (la ceremonia del té), ikebana,...
Las geishas son
contratadas para asistir a fiestas y encuentros, tradicionalmente en casas
de té (chaya) o tradicionales restaurantes japoneses riotei. Su tiempo es medido según lo que se demora
en consumirse un palo de incienso (llamado senkodai o palo de incienso tarifario) o gyokudai
(joya tarifaria). Otro término para trazar la tarifa es ohana (flores
tarifarias). El cliente hace el convenio a través del sindicato de geishas
(kenban), que mantiene el horario de cada geisha y hace sus citas de
entretenimiento o entrenamiento. Normalmente vale 450 euros por 50 minutos, contando desde que salen de su casa
hasta que regresan.
Normalmente, la geisha debe intentar mantenerse soltera (o retirarse después del
matrimonio), aunque no es poco común que tengan hijos. Mientras que los
compromisos generalmente incluyen coquetear e incluso bromas sugerentes, nunca
incluyen actividad sexual, y una geisha no es pagada por sexo. Fue tradicional
para las geishas tener un danna, o cliente habitual, que era generalmente un
hombre adinerado, algunas veces casado, que tenía recursos para financiar los
costos del entrenamiento tradicional de la geisha y otros gastos considerables.
Consejo final: Si quieres conocer más
sobre ellas, mírate primero la película ya que refleja como era su mundo hace
unos años y date una vuelta por el barrio de Gion al atardecer
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