domingo, 26 de junio de 2016

Subiendo en ferry

A las 8 y media pm subimos al ferry desde Santander camino Plymouth, lo que nos permitiría recorrer el sur de Inglaterra con nuestro propio coche. El precio es elevado, en torno a los 1200-1500 euros dos adultos más niño y coche, pero te compensa el ahorro de la paliza de coche y peajes, gasolina, hoteles, para ir por Francia o incluso billetes de avión a Londres menos que sean con una compañía low cost. 

Dentro del ferry sólo hablan inglés y todo se rige por el horario británico, así que lo primero fue retrasar una hora el reloj. Nos vino muy bien que hubiera oficina de cambio de dinero, aunque abierta en unos horarios muy raros y cortos, aunque suficiente para cambiar unos cuantos euros a libras para tener algo de efectivo, aunque en todos lados aceptaban las tarjetas sin problemas.

Al entrar, nos dieron una tarjeta con la escalera a usar para volver al coche (C3 a la ida y B3 a la vuelta) y hacia el camarote a dejar los bultos que llevábamos, que eran todo lo imprescindible ya que no puedes volver al coche en ningún momento durante el trayecto.

Al pasar por recepción, había una chica regalando globos de colores. Por supuesto mi hija pidió una rosa, que enseguida le dije en inglés, así que iba con su globo pink por todo el barco.

En contra de lo que esperaba, el ferry estaba muy bien. Parecía un crucero que pudiera ir por el Mediterráneo un poco más pequeñito. Los camarotes tienen buen tamaño y están bien distribuidos. No voy a decir que son lo más cómodo del mundo, pero era bastante aceptable, más bien del estilo de Pullmantur, un tres anclas en lugar de un MSC por ejemplo.

Lo que sí es verdad es que se movió bastante, sobre todo a la vuelta, y que ni con dos biodraminas conseguía no estar mareada, pero bueno, es mi cruz con el mar.

El resto del barco tenía un montón de zonas de entretenimiento, desde zona de juegos con motos, de guitarras o coches (de pago), piscina cubierta, tienda donde los ingleses compraban sin para el alcohol (suponemos que los precios eran mucho más económicos ya que deberían llevar el duty free al estar en el mar), un pequeño casino, muchos restaurantes y bares (había uno que a la vuelta estaban todos los ingleses esperando para reservar, por supuesto de pago también), y, sobre todo, la zona de los peques, donde nos tiramos casi todo el tiempo con nuestra hija

Tiene dos zonas, una donde los niños pintan, hacen manualidades, y donde cada poco va algún mago, un payaso, o las mismas chicas de recepción que llevan camisetas que pintar o se ponen a inflar globos con ellos, y la zona de juegos con el tobogán, las escaleras, zonas de escondite, etc. No había quien la sacara de allí, ni siquiera para ver sus dibujos favoritos¡¡¡

En definitiva, es una buena forma de cruzar con tu coche y tiene muchísimas cosas que hacer y donde entretenerte. 

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