Subiendo a un catamaran, Bali

En nuestro Viaje a Bali, cogimos el primer día una excursión en catamarán a una playa desierta donde estuvimos unas cuantas horas descansando, tomando el sol, y recorriendo la isla. La excursión comenzó por el viaje en catamarán de casi dos horas, lo cual fue realmente una experiencia para mí que nunca había ido en uno. Como rebotaba en las olas¡¡ 

Esto nos permitió apreciar el agua azul traslucida, y una calma y tranquilidad que necesitábamos después de los más de 15 días de recorrer todo Vietnam y Camboya. La atención increíble, ya que pasaban cada poco con fruta pelada, te daban unos vales para coger bebidas, y aun así, si querías mas, había y a muy buen precio, y también pasaban unos zumos gratis. Nos acercaron a la isla con una embarcación que no tenía el fondo suficiente, así que era empujada por el gran oleaje y te tenías que agarrar con fuerza para no caerte y hacerte daño cada vez que una ola daba contra ella al llegar a la arena de la playa. 

Una vez allí nos obsequiaron con un coco y se hizo la primera inmersión para ver el fondo marino. 

A pesar de que esperábamos mucho más, como hemos dicho las playas no son gran cosa, así que sólo pudimos ver algún pez y el fondo de coral con lo que no hicimos la segunda inmersión. Puede ser que si haces submarinismo con bombona haya más variedad marina, pero eso no lo hicimos y no puedo documentarlo.

La marea afectaba muchisimo, de forma que con una diferencia de dos o tres horas, pasabas de hacer pie a dos metros de la orilla a hacerlo 5 o 6 metros para adentro. El agua en esta playa era totalmente traslucida y la arena blanca. La pena era que era muy pequeñita¡¡¡¡ pero bueno, maravillosa de recorrer y aunque sólo estabamos los de la excursion, que no seriamos ni 30, hubiera sido mas idilico si no hubiera habido nadie mas, jejeje, aunque hubiera sido imposible ya que los aldeanos venian para vernos y para preparar la comida, estar en el chiringuito de la playa o rezar en el templo cercano.

Después de eso comimos un buffet en la playa mirando el mar, usando unas hojas de palmera como platos y amenizados por un viejecillo que tocaba un instrumento sin cesar, con lo que disfrutamos de la tranquilidad de la playa desierta. Tras ello recorrimos el interior de la isla, que tenía un pequeño poblado donde empezamos a ver la vida tradicional que en los sucesivos días nos explicaría nuestro guía con mayor detalle, como las casas típicas balinesas, los templos del pueblo, las ofrendas que hacían por todos lados...Después de otro ratito de descanso, iniciamos la travesía de vuelta a tierra.