En nuestra ruta de segway por el casco histórico de Madrid, llegamos a la calle del
Codo, que tiene varias historias curiosas que paso a relatar.
Para empezar la calle la identificas claramente porque tiene un azulejo como era originariamente, donde esta
escrito y dibujado, ya que antiguamente la mayoría de la gente no sabia
escribir y se guiaban por los símbolos, dibujos, etc. de las fachadas y calles.
Esa calle fue famosa en Madrid por ser un lugar bastante popular para los
duelos entre caballeros, que en vez de irse a las afueras o un descampado fuera
de la ciudad, se citaban en este punto, donde la calle hace como su nombre indica,
un codo, o una curva de forma que nadie puede ver el duelo desde los extremos,
y siempre se ponía gente controlando las entradas para evitar que viniera la policía
de la época.
Tiene solo 75 m de longitud
y forma un ángulo de casi 90º. El nombre se lo dio el Marques de Grabal en el
siglo XVIII. Sirvió de inspiración a Arturo Perez Reverte de forma que su
personaje Alatriste tuvo varios duelos allí.
Aunque la anécdota que mas
me gusta es la que cuenta la web de “madridsecreto” que indica que Quevedo
utilizaba la estrechez y la oscuridad de esta calle para orinar en ella cuando volvía de
visitar las castizas tabernas de alrededor. Para más inri, el escritor siempre
elegía el mismo portal de la calle, por lo que algún vecino cansado con la
situación pintó una cruz con un mensaje: “No se mea donde hay una cruz”. Sin
embargo, el literato no frenó sus necesidades ante esta advertencia, sino que
utilizó su agudeza contestando tal que así: “No se coloca una cruz donde se
mea”.
Lo mas chulo de la calle es
que terminas en la Plaza de la Villa, donde se encuentra el ayuntamiento de la capital.
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