En nuestro viaje a Portugal paramos en Palmela, muy cerca de
Setúbal ya que al día siguiente queríamos ver delfines y esa es la mejor zona
para ello. De esa forma, decidimos darnos un capricho y dormir en la Pousada
Castelo Palmela. En líneas generales, la Pousada era muy bonita, muy rustica, hasta
con llave antigua para abrir la habitación, grandes ventanales que daban al
castillo, escaleras y recovecos por todas partes, un hermoso claustro que daba
a un patio donde tenían puesto las mesas del desayuno, y un restaurante estilo
comedor de castillo de hace siglos donde hasta el menú infantil era con forma
de castillo. La comida del restaurante tampoco era nada destacable, con un menú
de 30 euros sin bebida, ni entrantes de mantequilla y aceitunas, con un
gazpacho picante y unos chopos o un pollo relleno de jamón y queso estilo
librito, aunque también tenían servicio a la carta.
En mi opinión, bastante similares las Pousadas a nuestros
Paradores, aunque es verdad que en los nuestros la comida suele ser siempre excepcional,
pero con respecto a los edificios, en todos los que nos alojamos, estaban super
cuidados y conservando la característica por la que se han declarado Pousada.
Según contaba la propia hoja que te dejaban con la historia
de la posada en la habitación, los primeros habitantes que habitaron la zona
venían del periodo neolítico. Algunos apuntan que se fundo la ciudad en el 310
DC. Varias civilizaciones fueron asentándose desde los visigodos hasta los
musulmanes que fueron los que hicieron la primera fortificación. Con la
ascensión al trono de Sancho I de Portugal en el siglo XII, la ciudad y sus
dominios fueron donados a la Orden Militar de San James. Dos siglos después,
durante el reinado del rey Juan I, el castillo se expandió y reforzó en 1423,
terminando en el siglo XV con el rey Alfonso V, con la construcción de la
iglesia y el convento adyacente en 1443. El convento se terminó en 1482,
mudándose la Orden entonces al castillo haciendo de el y del convento su sede
central.
El castillo ha sido declarado Monumento Nacional en 1910. El
viejo convento fue convertido en Pousada en 1969 a 1979 siguiendo el proyecto
del arquitecto Luis dos Santos y Castro Lobo.
Como plato típico en la habitación te recomendaban la Sopa
“Caramelo”, que se popularizó en el siglo XX en la región de Setúbal donde
había mucha migración rural cuyos trabajadores se llamaban “toffes” (caramelos)
de ahí que a la sopa que solían tomar se les llamara así. Lo curioso es que ni
lo recomendaran en el comedor, ni que estuviera en el menú, así que nos
quedamos con las ganas de probarla…
Puedes ver la valoración de la Pousada en este otro tip
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